Cuando evaluamos, ponemos en juego un conjunto de
actitudes, predisposiciones e incluso prejuicios que conviene considerar con el
mayor equilibrio posible
La evaluación debe contribuir a que la persona conozca, como alumno, sus
limitaciones y, a la vez, ofrecer pautas para superarlas; también le permite
conocer sus capacidades. La evaluación debe ayudar a que cada persona se forje
un autoconcepto ajustado a la realidad, y al mismo tiempo, a generar
expectativas que supongan su optimización. Para ello, las expectativas deben
ser alcanzables y realistas a partir del desarrollo actual del alumno (Henríquez, C. & Reyes, J. 2008).
En el proceso de evaluación debe participar toda la comunidad educativa,
es decir, maestros, alumnos, padres y madres de familia, para que se realice
una valoración completa de todos los aprendizajes adquiridos por los
estudiantes y sobre todo, aquello que incide en el proceso de enseñanza
aprendizaje como son: las estrategias metodológicas empleadas, las actitudes
del maestro, los recursos didácticos y el medio en el que está inmersa la
escuela (Henríquez, C. & Reyes, J. 2008).
Bibliografía
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