¿Cómo se evalúa la transversalidad?



Cuando evaluamos, ponemos en juego un conjunto de actitudes, predisposiciones e incluso prejuicios que conviene considerar con el mayor equilibrio posible

La evaluación debe contribuir a que la persona conozca, como alumno, sus limitaciones y, a la vez, ofrecer pautas para superarlas; también le permite conocer sus capacidades. La evaluación debe ayudar a que cada persona se forje un autoconcepto ajustado a la realidad, y al mismo tiempo, a generar expectativas que supongan su optimización. Para ello, las expectativas deben ser alcanzables y realistas a partir del desarrollo actual del alumno (Henríquez, C. & Reyes, J. 2008).



En el proceso de evaluación debe participar toda la comunidad educativa, es decir, maestros, alumnos, padres y madres de familia, para que se realice una valoración completa de todos los aprendizajes adquiridos por los estudiantes y sobre todo, aquello que incide en el proceso de enseñanza aprendizaje como son: las estrategias metodológicas empleadas, las actitudes del maestro, los recursos didácticos y el medio en el que está inmersa la escuela (Henríquez, C. & Reyes, J. 2008).


Se ha dicho que la evaluación de la transversalidad es cualitativa, porque los objetivos relacionados con el cambio de valores y actitudes sólo serán comprobables a largo plazo. Durante el proceso de enseñanza y aprendizaje se deberían utilizar instrumentos de evaluación para observar los comportamientos y actitudes que puedan apuntar a una tendencia hacia el cambio, tal como la observación y de forma especial, la capacidad de argumentación. Algunas de las técnicas e instrumentos más adecuados para recoger información que fundamente la evaluación de los temas transversales se presentan en el siguiente cuadro: (Henríquez, C. & Reyes, J. 2008).




Bibliografía

Henríquez, C., & Reyes, J. (2008). La transversalidad: Un reto para la Educación primaria y secundaria

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